Cuando me hago esa pregunta no puedo evitar pensar en Martha, mi psicóloga.
Era una persona amable, comprensiva que me ayudaba a resolver mis dificultades pero también a plantearme preguntas que no me había hecho nunca.
Me hacía sentir valiosa, capaz, hacía aflorar todo mi potencial.
También me hacía ver partes de mi que no me gustaban, que me hacían daño, pero siempre con un infinito respeto, cariño, comprensión y humanidad. Y nos poniamos a trabajar en ello para poco a poco ir cambiando
Era alguien que te acompañaba, que te entendía, parecía que hacía suyas tus historias, nunca juzgaba pero te comprendía con un elevado nivel de profundidad y te ayudaba a que tú te entendieras mucho mejor, y aprendieras a quererte y a cambiar para valorarte mucho más.
Creo verdaderamente que hacía magia.
A veces llegaba abatida, triste, desanimada a la consulta y salía con otra visión de la cosas, animada, con ideas nuevas.
Con todos mis conocimientos, intentaba observarla, entender qué técnicas utilizaba, cómo era capaz de producir tantos cambios en mis emociones, pero no conseguía verlo y finalmente me dí por vencida, decididamente hacía magia.
Era bastante mayor que yo y eso me daba seguridad, ella sabía mucha psicología, pero también había vivido muchas más experiencias que yo. Para ser un buen psicólogo es importante los años de experiencia, la formación y también la experiencia vital.
Me ayudó a elegir, a tomar mis propias decisiones, a darme cuenta de lo que realmente quería en la vida, a vencer mis miedos
Siempre había una palabra de apoyo. Hasta en circunstancias durísimas de mi vida en las que no había posible consuelo me decía: “Esto te ayudará a entender mejor a los demás, a ser mejor psicóloga”
Antes de morir me dijo “Te paso mi legado, ahora te toca a ti”, y eso intento, desde mi consulta de Psicología situada en Hortaleza : a ser tan buena psicóloga como lo era ella.
Muchas gracias Martha
Pregunta que muchos nos hemos hecho alguna vez en nuestra vida: “¿Tan mal estoy para tener que pedir ayuda?”. “Ni hablar, yo puedo con esto y con más”.
Efectivamente, en muchos casos uno puede superar sus dificultades, pero con una única salvedad: que lo pasa mal, que tarda mucho más en recuperarse y sobre todo que sufre más en el proceso.